El 17
de mayo de 1980, el rejoneador torrelagunense Manuel Vidrié salía en hombros
por la puerta grande de la madrileña plaza de toros de Las Ventas por segunda
vez en su carrera. Hoy, cuando se cumplen cuarenta años de aquella efemérides,
en “De celeste y plata” queremos recordar aquella tarde triunfal para el
caballero torrelagunense.
Foto: Botán. Cedida por Peña Taurina "Manuel Vidrié" de Torrelaguna. |
Vidrié
actuaba en el primer festejos de rejones del ciclo. Un festejo en el que estuvo
acartelado junto a Fermín Bohórquez, Álvaro Domecq y Joao Moura para lidiar
astados de la vacada de Fermín Bohórquez. Este citado triunfo le sirvió al de
Torrelaguna para ocupar la vacante dejada por Ángel Peralta en el segundo
festejo de la especialidad programado para el siguiente día 28 y en el que
compartió cartel con Rafael Peralta y los “cavaleiros” portugueses Manuel Jorge
de Oliveira y Paulo Caetano que hacía su presentación en Madrid. En esta
ocasión, se jugarían astados de la vacada de Manuel Sánchez Cobaleda. Este
último festejo, no resultaría tan gratificante como el que recordamos con
objeto de este artículo, aun así, Vidrié dejó patente su gran dimensión como
torero a caballo. Esta fue la primera vez, aunque fuese por la vía de la
sustitución, en la que un rejoneador actuaba en los dos festejos de la
especialidad programados en el serial isidril.
Volviendo
al festejo que nos ocupa, Vidrié se ganó el derecho a salir por la puerta
grande tras cortar las dos orejas al oponente que lidió en solitario. Burel que
respondía al nombre de “Triunfador”, herrado con el número 15, negro, bragado,
meano, de 540 kilos y que saltó al ruedo venteño en tercer lugar.
Un
triunfo que se vivió así en la prensa:
Foto: Botán. Cedida por Peña Taurina "Manuel Vidrié" de Torrelaguna. |
José
Luis Suárez-Guanes, en ABC, tituló su
crónica La tarde grande del toreo a
caballo, para seguir diciendo Faena estupenda la realizada por Vidrié.
Y continuar su crónica de la siguiente manera:
Manuel Vidrié ha tenido ayer su tarde más
lograda en Madrid. Tuvo ante sí un noble ejemplar de Bohórquez –como todos los
demás–, y todo su quehacer fue como un concierto. Sin altos ni bajos, todo medido
con ese inverosímil tiralíneas del que he hablado algunas veces. El maestro de
Madrid estuvo perfecto en la colocación de rejoncillos. Un primero de buen tono
precedió a otro preciso, para desembocar en un tercero, magnífico, tras haber
toreado con la cola en la preparación, con temple y suavidad. Procuró arrancar
siempre desde los terrenos de adentro para encontrarse con el Bohórquez en el
centro del anillo, sin ventajas, ni subterfugios. Colocó el primer par de
banderillas en todo lo alto. El segundo par fue geométrico, preciso, armonioso,
y el tercero, sencillamente, portentoso por su suavidad. Tras una pasada en
falso, clava una banderilla corta, y el remate final de un rejón mortal,
certerísimo, le hacen acreedor a dos merecidísimas orejas. Vidrié hace todo muy
sencillo, demasiado fácil, pero esa facilidad no es fría a pesar de su
academicismo y llega ampliamente a un público que, poco a poco, ha calado en la
inmensa clase de este caballero.
(…) Al
final del festejo, se llevaron por la puerta grande a Vidrié, ese jinete de
Castilla, que ha hecho la carrera paso a paso hasta llegar a lo más alto en una
época en la que el rejoneo ha entrado en su edad de oro, lejos, muy lejos de
aquel “número del caballito”, muchas veces denostado por incomprendido.
Foto: Botán. Cedida por Peña Taurina "Manuel Vidrié" de Torrelaguna. |
Por su
parte, Jorge Laverón, en El País, en
su crónica titulada Vidrié, triunfador
por su arte y sobriedad, diría lo siguiente:
Manuel Vidrié, con su arte sobrio y técnico,
sin concesiones, fue el gran triunfador de una tarde memorable para él
(…) Vidrié paró magistralmente en los medios
a su toro. Con temple y técnica le hizo desistir de tablas y clavó los rejones
de castigo con precisión y eficacia. Sobrio y torero, sin concesiones a la
galería, se lució en banderillas, clavando siempre al estribo y en los medios.
Recurrió a lo fácil en un par a dos manos por los adentros sin levantar los
brazos. Acabó torerísimo con un par de las cortas de dentro afuera y un rejón
de muerte arriba, que mata sin intervención de los peones. Vidrié, con su arte
sobrio, barrió y se llevó de calle a la afición.
Foto: Botán. Cedida por Peña Taurina "Manuel Vidrié" de Torrelaguna. |
Y, en Marca, Ernesto Acebal escribiría:
Triunfal actuación de Vidrié, con dos orejas,
y Domecq y Moura, una.
Y también tarde de consagración para la
apoteosis que alcanza a caballo ese otro fenómeno en la cúspide del triunfo y
de la especialidad que es el madrileño Vidrié, que conquista Madrid a través de
un rejoneo colosal. Entre todas estas cosas se levantaba la Feria de San Isidro
tan alicaída en estos días y que llega a su cima con esta fantástica exhibición
de toreo a caballo y donde Vidrié ha sido un protagonista de oro. Vidrié ha
sido la perfección, la elegancia, la apostura, la genialidad, el éxito, y el
público ha sentido honda y clamorosa la emoción de su toreo, que se ha plasmado
al clavar arriba, y con singular acierto toda clase de hierros para terminar
matando con arrojo y precisión. Así gana las dos orejas lo que constituye el
triunfo con mayor premio desde que comenzase la Feria. Vuelta con apoteosis y
entusiasmo general para este Vidrié arrollador.
Fue
éste, sin duda, otro gran triunfo que no hacía más que avalar aún más la
condición de máxima figura de este rejoneador torrelagunense.
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