¿POR QUÉ NO TOCA LA MÚSICA EN LAS VENTAS?
La madrileña plaza de
toros de Las Ventas posee muchas peculiaridades. Una de ellas es que no toca la
música durante las lidias de los toros al contrario que de lo que sucede en el
resto de plazas. Así la intervención de la banda de música venteña se limita al
paseíllo, los entreactos, los momentos de la devolución de los toros a los
corrales y a la finalización del festejo. Esta costumbre conocida y asumida por
los habituales de los escaños venteños, sin embargo, es desconocida por muchos
de los no habituales quienes se delatan cuando rompen ese “run run” madrileño
que rodea a esas faenas de relumbrón al solicitar los sones de la banda al
grito de “¡música!” que es acallado,
a veces, con gracejos, a veces, con incompresibles improperios.
Pero, ¿de dónde viene esa
costumbre? La versión más extendida nos dice que esta tradición venteña dataría
de la corrida de toros celebrada en la monumental capitalina el 24 de mayo de
1939 en el que fue el primer acontecimiento taurino que acogía el coso madrileño
tras la Guerra Civil y a la que el bando ganador denominó como la “Corrida de
la Victoria”. En ella, se acartelaron el rejoneador Antonio Cañero y los
matadores de toros Marcial Lalanda, Vicente Pastor, Pepe Amorós, Domingo
Ortega, Pepe Bienvenida y “El Estudiante” quienes se las verían ante astados de
Clairac, Carmen de Federico, Concha y Sierra, Pablo Romero, Antonio Pérez,
Sánchez y Fabrés y Marqués de Villamarta.
Según cuenta esta versión,
la música tocó durante la faena que Marcial Lalanda realizó al astado de Carmen
de Federico. El pasodoble interpretado sería el compuesto en honor al diestro
madrileño. Sin embargo, no lo haría durante el trasteo que llevó a cabo Domingo
Ortega ante el burel de Antonio Pérez y que sería premiado con los máximos
trofeos. Esta situación desembocaría en una gran bronca de los partidarios del
diestro de Borox ante la negativa de la banda para iniciar el pasodoble.
Hay quien apunta que esta
situación se debió a la rivalidad existente entre Lalanda y Ortega y sus
seguidores. Al parecer, el director de la banda se encontraría entre los partidarios
del primero y por eso no tocó durante la faena del segundo. Mientras, hay otros
que apuntan que esta situación se debió a la “factura” que le pasaron al
diestro de Borox por sus supuestas simpatías republicanas.
Esta situación sería la
que motivaría que, para evitar malentendidos y enfrentamientos gratuitos, se
decidiese no volver a tocar la música durante las faenas de muleta de los
diestros. Incluso hay quien apunta que en el resto de festejo que quedaba por
celebrar tras la intervención de Ortega no volvió a tocar la música.
Pero, ¿qué hay de cierto
en esto? Pues las reseñas del festejo publicadas al día siguiente en El Heraldo de Zamora y en El Imperio. Diario de Falange Española
Tradicionalista y de las Jons nos dicen lo contrario. La primera de las
citadas publicaciones reseñaría la intervención de Ortega de la siguiente
manera: “Sale el quinto de Clairac -esta
publicación, dice que todos los astados pertenecieron a la mentada ganadería- y Domingo Ortega logra seis magníficas
verónicas, que son coreadas por toda la plaza. Suena la música y el ‘paleto’ de
Borox, con la muleta inicia la faena, agarra una media estocada y descabella al
primer intento (ovación, oreja y rabo). Y la segunda de ellas lo haría así:
“Quinto. Ortega hace seis verónicas
artísticas entre grandes ovaciones. Suena la música, muletea y coloca media
estocada. Un descabello, ovación, oreja y rabo”. Lo que sí es chocante en
ambas reseñas es que en ellas, única y exclusivamente, se hace referencia a la
intervención de la música al comentar la actuación del diestro de Borox.
Y también contradiría aquella
versión la crónica firmada por “Giraldillo” que fue publicada en ABC también al día siguiente del festejo
cuando, al relatar la actuación de Ortega, decía: “El público, que había jaleado en tanto la música, repetía una y otra
vez el nombre del torero en las notas del conocido pasodoble…”. Así,
podríamos entender que el público jaleó la faena mientras la música
interpretaba los sones del pasodoble en honor al diestro de Borox. Por cierto,
que esta crónica de “Giraldillo” también destaca que la música sonó durante la posterior
actuación de Pepe Bienvenida ante el toro de Sánchez Fabrés y que, al igual que
la de Ortega, también sería premiada con los máximos trofeos. Máximos trofeos
que, por cierto, también serían recibidos por Vicente Barrera tras lidiar al
ejemplar de Concha y Sierra.
Con estos argumentos, no
podríamos afirmar que la comentada versión sea la causante de esta tradición. Y
más cuando leemos el trabajo “Los toros
en la música” firmado por Manuel Delgado-Iribarren Negrao que aparece en la
enciclopedia Los Toros, más conocida
como “El Cossío”, cuando al hablar
sobre la intervención de la música en las faenas de los diestros dice: “Sin embargo, en la Plaza Monumental de
Madrid ha sido totalmente erradicada, desde hace bastantes años, no se sabe muy
bien por qué. Tal vez por un mal entendido sentido de la seriedad de la lidia…”.
Lo que sí parece más o
menos claro es que ese 24 de mayo de 1939 fue la última vez que la banda de
música venteña intervino durante la lidia de un toro.
Esta tradición se
rompería el 16 de octubre de 1966, día en el que el diestro Antonio Bienvenida se
despedía de los ruedos ante la afición madrileña cerrándose con seis toros de
distintas ganaderías. Según se relata en el número 1165 de la revista El Ruedo de fecha de 18 de octubre de
1966, todo ocurrió durante el tercio de banderillas del quinto toro de la
tarde. Tras colocar dos pares de banderillas, Bienvenida brindó el último par a
la banda de música que, sin pensar, correspondió al brindis interpretando el
pasodoble “El gato montés”. Según se
relata en esta misma publicación, el público también solicitó que sonase la
música durante la faena de muleta, sin embargo, fue el mismo Antonio Bienvenida
quien, ante la misma cara del toro, hizo señales para que no se atendiese la
mentada petición.
Esta costumbre es una
regla no escrita de la plaza de toros de Las Ventas que sigue vigente en
nuestros días. Así lo reconoce Francisco García, quien fuese miembro de la
banda musical venteña durante cuarenta años de los cuales, los siete últimos,
los comprendidos entre 2010 y 2017, lo hizo como director de la misma al
suceder a Lorenzo Gallego Castuera. Fue en una entrevista concedida a Alexis
Redondo que fue publicada en el número 6 de la revista (T)ORO de septiembre de 2017 cuando afirma que “no he encontrado ninguna ley, orden o norma escrita que nos prohíba
tocar durante la lidia del toro. (…) Siento que es algo abstracto, algo que
respiramos, que está en el aire”. Como curiosidad, también reconoce García
que esta tradición estuvo a punto de romperse a mediados de los ochenta ante el
“engaño” de un torero pues “Morenito de
Maracay estuvo en Madrid poniendo sus famosas banderillas al quiebro. Entonces
nos dijo que ya había hablado con el presidente de la plaza para que se tocara
la música durante su presentación. A todos nosotros se nos hizo raro. Recuerdo
que el director salió corriendo para el palco de la presidencia. Cuando regresó
nos dimos cuenta que Maracay por poco nos engaña. Llegó el momento de las
banderillas y el venezolano nos miraba desde el ruedo, nos alzaba la cabeza y
levantaba sus manos, nosotros ya seguros por haber consultado con el presidente
estuvimos tranquilos a sus reclamos”. Sobre si se debería revertir esta
situación, García apunta que “para mí lo
mejor es como está si tocase la música en la faena el problema es quién va a
mandar que yo toque. ¿De quién es la responsabilidad? El presidente me manda
tocar, yo toco. Pero si la gente empieza a protestar entonces me señalarían…”.
En la actualidad, la banda venteña está
compuesta por veintidós miembros y está dirigida por Rafael Zahonero quien
asumió el cargo el 24 de mayo de 2017 tras la jubilación de Francisco García. Zahonero
en una entrevista concedida a Adrián Blázquez del Coso en el portal Al Toro sí se mostraría dispuesto a que
sonase la música durante la lidia. En ella, Zahonero apuntaría que “ronda mucho en mi cabeza la verdad”.
Aunque también muestra ciertas reservas cuando dice que “el temor me asalta, porque no tengo nada claro la reacción que pudiera
tener el público o incluso el torero. No me gustaría pasar a la historia como
el director de la banda que formó un escándalo en Las Ventas y arruinó una
faena de triunfo”. Sin embargo, Zahonero sí ve más factible de que esta
cuestión se produjese “en un festival o
en una corrida de único espada” y reconoce que en ese caso “sí tenemos previsto acompañar con la música
alguna gran faena si se da el caso”.
La puerta para que la
música vuelva a sonar en la monumental madrileña durante la lidia de los toros
queda abierta, aunque de producirse este hecho, la banda debería aumentar
considerablemente y, posiblemente, cambiar su ubicación, pues de no ser así,
las notas musicales se perderían entre las grandes dimensiones de la monumental
y el clamor de los tendidos.
Ahora, si tenemos en
cuenta las divisiones de opiniones que se producen entre los aficionados en los
desarrollos de ciertas lidias, ¿se imaginan lo que podría suceder si se
arrancase a tocar la música? Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy
que decía el otro.