martes, 9 de junio de 2020

LOS RABOS CORTADOS EN LA PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

TODOS LOS RABOS CONCEDIDOS EN LA PLAZA DE TOROS LAS VENTAS

Coincidiendo con el segundo aniversario de la concesión del último rabo en la plaza de toros de Las Ventas, en “De celeste y plata” recordamos todos los máximos trofeos concedidos en la monumental madrileña. Solo trece veces se han otorgado estos máximos trofeos en el coso venteño en sus ochenta y nueve años de historia. Juan Belmonte, en 1934, fue el primero al que se le concedió el rabo y Palomo Linares, en 1972, fue el último matador de toros agasajado con tal galardón. El 9 de junio de 2018, el rejoneador Diego Ventura pasó a la historia al convertirse en el primer rejoneador al que se le otorga tal trofeo. Este, hasta el momento, es el último rabo concedido en la plaza de toros de Las Ventas.

El 9 de junio de 2018, Diego Ventura pasaba a la historia de la Tauromaquia al cortar un rabo en la madrileña plaza de toros de Las Ventas. Era el último festejo de rejones de la Feria de San Isidro de ese año y Ventura actuaba mano a mano con Andy Cartagena ante astados de “Los Espartales”. Ambos rejoneadores abandonaron en hombros el ruedo venteño tras repartirse siete orejas y un rabo, aunque de forma desigual, pues Ventura cortó cinco orejas y el citado rabo, mientras que Cartagena, solo obtendría dos apéndices auriculares. Ventura había cortado las dos orejas a su primer oponente. Con la tarde y el público embalado, salió el cuarto de la tarde, de nombre “Biemplantao”. La faena del de La Puebla del Río desbordó, más todavía, la emoción en los tendidos, tanto que llegaron a solicitar con mucha fuerza los máximos trofeos para el caballero hispano-luso. Unos máximos trofeos que fueron concedidos por el presidente del festejo, Gonzalo J. de Villa. La polémica estaba servida pues, aunque el trofeo fue solicitado de forma mayoritaria por el respetable, tras ver la faena, aunque a posteriori, el premio del rabo resultó excesivo. Así, por ejemplo, lo confirmarían las crónicas de Gonzalo I. Bienvenida y Carlos Ilián en “El Mundo” y “Marca”, respectivamente. Bienvenida titulaba su crónica “Ventura hace historia al cortar un rabo excesivo”. Mientras, por su parte, Ilíán titulaba la suya “Diego Ventura corta un rabo en una decisión de injusticia histórica”.

Sea como fuere y polémicas aparte, esa tarde, Diego Ventura pasó a la historia de la Tauromaquia por dos cuestiones. Primera, por cortar un rabo en el ruedo venteño después de cuarenta y seis años. Y, segunda, por convertirse en el primer rejoneador en conseguir tal galardón en la cátedra madrileña. Era el decimotercer rabo que se cortaba en los, entonces, ochenta y siete años de la plaza de toros de Las Ventas.

Fue Juan Belmonte el primero en cortar este trofeo la tarde del 21 de octubre de 1934, fecha de la inauguración oficial de la plaza, pues Las Ventas abrió las puertas por primera vez la tarde del 17 de junio de 1931 para acoger una corrida para paliar la crisis generada por el paro obrero. Esa referida tarde de 1934, Belmonte alternaba con Marcial Lalanda y “Cagancho” para lidiar toros de Carmen de Federico. Y el sevillano pasó a la historia en el cuarto toro de la tarde, de nombre “Desertor”. Fue tal la faena realizada por “El Pasmo de Triana” que, según relataba el crítico “Alfonso” en “El Liberal” del 23 de octubre de 1934, el público “se hallaba extasiado contemplando al ídolo”. Y continuaba diciendo que “aquello no había forma de premiarlo”. Belmonte, tras la concesión de los máximos trofeos, tuvo que dar dos vueltas al ruedo en medio de una atronadora y prolongada ovación. Ovación que siguió mientras el trianero, visiblemente emocionado, se encontraba entre barreras de donde tuvo que volver a salir, casi empujado por Marcial Lalanda, para corresponder, nuevamente, a la gran ovación tributada por el respetable

Solo una semana hubo que esperar para la concesión del segundo rabo. Concretamente, a la tarde del siguiente día 28. En esta ocasión, el agraciado fue Marcial Lalanda quien, en esta fecha, estaba acartelado junto a Manolo Bienvenida y Pepe Gallardo que confirmaba la alternativa para lidiar toros de la ganadería de Juan Sánchez de Terrones. Fue un festejo organizado a beneficio de la Asociación de Escritores y Artistas. Marcial cortó el rabo al cuarto toro de la corrida que respondía al nombre de “Patinero”. Fue una gran faena de la que Gregorio Corrochano escribiría en su crónica publicada en “ABC” el posterior día 30 lo siguiente: “En tiempos de tanto torero manco de la mano izquierda, nos gusta ver que hay algunos que la usan”.

El siguiente rabo lo cortó Manolo Bienvenida la tarde del 2 de junio de 1935. El cartel lo completaban “Cagancho” y Curro Caro. La terna se las vio ante una corrida de Tomás Pérez de la Concha remendada con un sobrero, corrido en cuarto lugar, de José de la Cova. La corrida salió mansa, excepto el jugado en segundo lugar, único ejemplar con posibilidades, que correspondió en suerte a Manolo Bienvenida quien realizó una completísima faena en todos los tercios tras la cual fue premiado con los máximos trofeos. Fue tal la dimensión de la faena del diestro sevillano que, tras pasear el anillo por dos veces, tuvo que salir otras dos veces al tercio a corresponder la ovación que le tributaba el público venteño. Tales cotas debió de alcanzar el trasteo de Bienvenida que el crítico “Alfonso” en su crónica publicada en “El Liberal” el siguiente día 4 diría que “el arte brujo del torero sevillano, de rancia solera, Manolito Bienvenida, se remontó hasta la cúspide”.

Poco más de tres meses habría que esperar para la concesión de un nuevo rabo. Fue la tarde del 22 de septiembre y, en esta ocasión fueron dos diestros los agraciados con los máximos trofeos. Concretamente fueron Juan Belmonte y Alfredo Corrochano quienes actuaron junto a Marcial Lalanda para lidiar una corrida de toros de Coquilla remendada con un ejemplar de Lorenzo Rodríguez que abrió plaza. Belmonte, en las postrimerías de su carrera, cortó el rabo del cuarto de la tarde, de nombre “Ocicón”. Fue tal la obra del trianero que, según relata “Alfonso” en su crónica publicada en “El Liberal” el siguiente día 24, alguien desde el tendido gritaba: “¡Animal! ¡Animal! ¡Pero qué le voy a llamar después de lo que ha hecho!”. Y, según Eduardo Palacios en su crónica publicada en el “ABC” ese mismo día 24, a su paso en la vuelta al ruedo, le tiraron de todo, incluso “un duro envuelto en un billete de veinte” y hubo también quien gritó “¡Viva don Antonio de los Aires!”, en alusión al cura que bautizó a Belmonte. Por su parte, Alfredo Corrochano, hijo del famosísimo critico Gregorio Corrochano, cortó el rabo del toro que cerró plaza. Con su actuación, el joven diestro madrileño, acalló las críticas que despertó su inclusión en este cartel y, según, refleja “Alfonso” en “El Liberal”, Corrochano “tuvo la tarde más completa de su corta vida torera”.

Una semana después, es decir, el día 29, se volvieron a conceder dos rabos. En esta ocasión, los afortunados fueron Curro Caro y el mexicano Lorenzo Garza. Ambos compartieron cartel con Nicanor Villalta y Fernando Domínguez. En este festejo, se corrieron toros de las ganaderías de Fermín Martín Alonso, dos de Bernardo Escudero, primero y tercero, y uno de Gallardo que hizo sexto. Curro Caro cortó el rabo al séptimo de la tarde, de nombre “Capuchino” y Lorenzo Garza lo hizo del que cerró plaza, que respondía al nombre de “Guitarrero”. Caro, con su actuación, dio la vuelta a las circunstancias adversas que le rodeaban (unas familiares y otras profesionales generadas en una actuación anterior al realizar un gesto al público ante una crítica injustificada) y tras pasear dos veces el anillo con los máximos trofeos, tuvo que volver a saludar al tercio para corresponder a la estremecedora ovación que “no acababa nunca”, como relataba el crítico “Alfonso” en su crónica aparecida en “El Liberal” el siguiente día 1 de octubre. Por su parte, Garza, el “Ave de las tempestades de Monterrey”, también tuvo que dar dos vueltas al ruedo con los máximos trofeos tras su gran faena que, según el citado crítico “Alfonso”, “fue algo excepcional, difícil de describir”.

El siguiente rabo lo cortó Manolo Bienvenida la tarde del 4 de junio de 1936. Fue en la corrida del Montepío de Toreros en la que actuó junto a Domingo Ortega y “Rafaelillo” que sustituía a Marcial Lalanda. Se lidiaron toros de Sánchez Fabrés. Bienvenida cortó el rabo al cuarto de la tarde y, según relatan las crónicas de la época, fue la mejor faena del diestro sevillano en el ruedo venteño y la que le alzase de forma definitiva a la cima del toreo. Tal fue la dimensión de la faena que, al terminar el festejo, los toreros presentes en los tendidos se echaron al ruedo para sacar en hombros al diestro sevillano.

Habría que esperar hasta el 24 de mayo de 1939 para ver la concesión de un nuevo rabo. Esta era la primera corrida que se celebraba en Las Ventas una vez terminada la Guerra Civil y tras casi tres años de cierre de la monumental madrileña. Esta corrida fue denominada como “Corrida de la Victoria” y, en ella, actuaron los diestros Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y “El Estudiante” a quienes acompañó el rejoneador Antonio Cañero. Se lidiaron toros de Carmen de Federico, “Concha y Sierra”, Pablo Romero, Antonio Pérez de San Fernando, Sánchez Fabrés, Marqués de Villamarta y Rafael Lamanié de Clairac que se jugó en el turno de rejones. En esta ocasión, no fueron uno ni dos los rabos cortados, sino que fueron tres. Y los diestros agasajados fueron Vicente Barrera, Domingo Ortega y Pepe Bienvenida.

Vicente Barrera cortó el rabo del segundo de lidia a pie que pertenecía a la vacada de “Concha y Sierra”. Domingo Ortega hizo lo propio con el de Antonio Pérez que fue corrido en cuarto lugar. Y Pepe Bienvenida lo haría ante el quinto que lució el hierro de Sánchez Fabrés. La concesión de estos trofeos debió de ser algo benévola pues, según relata “Giraldillo” en su crónica aparecida en “ABC” al día siguiente, tanto Vicente Barrera, como Domingo Ortega, no estuvieron acertados manejando los aceros, pues Barrera acabó con su oponente tras una estocada y un descabello y Ortega, que llevó a cabo una gran faena, lo hizo tras dos pinchazos y un golpe de verduguillo. Por su parte, Pepe Bienvenida sí se mostraría acertado con los aceros y, según se relata en la citada crónica “rindió sobre la arena de Madrid en esta tarde triunfal el mejor homenaje al hermano muerto” en referencia a su hermano Manolo que había fallecido a causa de una enfermedad el anterior mes de agosto y por el que, Pepe, lucía un lazo negro en señal de luto.

Habría que esperar treinta y tres años para ver una nueva concesión de este trofeo que, como queda reflejado, sí fue habitual en los primeros años de la monumental madrileña. Pues en, apenas, ocho años de vida, incluido el paréntesis de los casi tres años que duró la Guerra Civil, y tras setenta y siete festejos (cuarenta y cuatro corridas de toros y treinta y tres novilladas), se concedió hasta en once ocasiones y, como queda expuesto, algunos, incluso, en la misma tarde. Pero, como decimos, habría que esperar treinta y tres años para ver una nueva concesión de un rabo.

Fue la tarde del 22 de mayo de 1972. Un rabo que también pasará a la historia por ser el primero que se concede durante la Feria de San Isidro. El agraciado fue Palomo Linares quien estuvo acartelado con Andrés Vázquez y Curro Rivera para estoquear reses de Atanasio Fernández. El diestro liranense cortó el rabo del toro corrido en quinto lugar que respondía al nombre de “Cigarrón” y que resultaría premiado con la vuelta al ruedo. Esta cuestión despertó tanta polémica, que el presidente de la corrida, el Sr. Panguas, fue cesado de su puesto. Díaz Cañabate, en la crónica publicada en “ABC” el siguiente 24 de mayo decía que “ya se ha abierto el melón de los rabos. Dentro de nada tendremos rabos a tutiplén y, apuntando hacía el presidente del festejo, decía que “el magnífico presidente, con su diligente pañuelo, ha dado un día de gloria a la fiesta (hay que recordar que, en este festejo, se cortaron nueve orejas y un rabo). Por el contrario, la crónica aparecida en el número 1457 de fecha 23 de mayo de 1972 de la revista “El Ruedo” quedó titulada “Apoteosis de Palomo Linares con cuatro orejas y un rabo” y en la entradilla decía “La plaza de Las Ventas se liberó de la tiranía de preceptistas y reventadores y respiró plenamente la alegría del toreo”. Tanto en esta crónica, como en otros artículos publicados al respecto en este número de esta publicación y en el siguiente número de fecha de 30 de junio, se alababa la faena de Palomo Linares así como la actuación del presidente del festejo. Así se decía que “El presidente actuó de acuerdo con lo solicitado por la mayoría de la plaza”. Y, por su parte, José Luis Suárez-Guanes en su libro “Madrid-Cátedra del toreo (1931-1990)” apuntaba que el rabo no debió haberse concedido no ya por romper, mancillar o manchar tradiciones, como se llegó a apuntar, sino porque a lo largo de esos treinta y tres años hubo faenas mucho mejores que la de Palomo Linares que solo fueron premiadas con las dos orejas.

Estos son todos los rabos concedidos en la madrileña plaza de toros de Las Ventas en sus ochenta y nueve años de historia. Aunque según un artículo firmado por Enrique de Guzmán aparecido en el número 1459 del 6 de julio de 1972 de la revista “El Ruedo” se habrían cortado dos rabos más. Según De Guzmán, uno habría ido a parar al esportón de “Manolete” la tarde del 3 de abril de 1941 y el otro se habría otorgado a Marcial Lalanda el 18 de octubre de 1942, fecha en la que el torero de Vaciamadrid se cortase la coleta.

El referido 3 de abril de 1941, “Manolete” actuó junto a Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Pepe Bienvenida, Victoriano de la Serna, Juan Belmonte Campoy, Pepe Luis Vázquez y “Gallito” quienes estoquearían ocho toros de la ganadería de Antonio Pérez de San Fernando. Fue una corrida a beneficio de los damnificados del devastador incendio ocurrido en Santander a mediados del anterior mes de febrero. Sin embargo, el rabo referido anteriormente, no es mencionado en las crónicas consultadas. Es más, “Giraldillo” en su crónica de “ABC” dice que “Manolete” cortó dos orejas “¡dos orejas concedidas por el severísimo e inteligente aficionado que presidía: por el Sr. Sánchez García, cuyo severo criterio hemos elogiado más de una vez!”. Además, este trofeo tampoco se refiere en la relación estadística llevada a cabo por José María Sotomayor en el libro “Las Ventas, 75 años de historia” editado por la Comunidad de Madrid con motivo del setenta y cinco aniversario de la plaza. Con lo que se da por hecho que este trofeo no se concediese.

Y en la despedida del diestro de Vaciamadrid, este alternaba junto a Pepe Luis Vázquez y Juan Mari Pérez-Tabernero, quien confirmaba la alternativa. Una terna que lidiaría astados de Antonio Pérez de San Fernando. La corrida quedó en mano a mano por cogida del confirmante en el primer toro de la tarde. Y sí es verdad que se cortó un rabo y ¡hasta una pata! en el primer toro de Marcial Lalanda, segundo del festejo. Así se desprende de la crónica de “Giradillo” en “ABC” que decía “Marcial corta las dos orejas, el rabo…”. Y se confirma en los datos estadísticos de José María Sotomayor publicados en el anteriormente mencionado libro conmemorativo del setenta y cinco aniversario de la monumental venteña. Solo que, como se precisa en esta estadística, estos trofeos debieron ser cortados, por su cuenta, por el banderillero “El Cárdenas” por lo que este resultaría “multado por cortar, sin autorización, el rabo y la pata del primer toro de Marcial Lalanda”.




2 comentarios:

  1. Sin duda, excesivo el rabo para Diego Ventura.
    Muchas gracias por el artículo.
    J.M. Cossio

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