jueves, 16 de mayo de 2019

VALLADOLID. DOMINGO, 12 DE MAYO DE 2019. CORRIDA DE TOROS. FERIA TAURINA DE SAN PEDRO REGALADO


TRIUNFO Y PUERTA GRANDE DE PABLO AGUADO
EN TARDE DE ARREBATADA TORERÍA DE MORANTE


El sevillano Pablo Aguado, que sustituía al anunciado Roca Rey, salió por la puerta grande de la plaza de toros de Valladolid tras cortar una oreja a cada uno de los toros de Matilla que le tocaron en suerte. Morante de la Puebla y José María Manzanares obtuvieron sendos trofeos, aunque de distinto calado. Se lidió un encierro mal presentado y escaso de fuerza y raza, aunque manejable, de la Casa Matilla con los hierros de Hnos. García Jiménez y Peña de Francia.

Valladolid celebró sus fiestas de San Pedro Regalado de 2019 con una corrida de toros en la que se acartelaron los diestros Morante de la Puebla, José María Manzanares y Roca Rey, el diestro que más expectación está levantando en público y aficionados. Sin embargo, el diestro peruano no pudo acudir a la cita vallisoletana debido a una lesión sufrida el viernes anterior en la Maestranza sevillana. Difícil situación para la empresa la de sustituir al diestro peruano. Apostó, la empresa, por dar oportunidad a la última revelación de la temporada, el sevillano Pablo Aguado quien, tras cortar cuatro orejas a un encierro de Jandilla, salía a hombros por la sevillana Puerta del Príncipe el mismo día en que se lesionó el diestro peruano. No se equivocó la empresa, pues esta sustitución apenas lo acusó la taquilla y los tendidos del coso pucelano se llenaron en su totalidad. Ni siquiera el Rey Emérito y la Infanta Elena quisieron dejar de presenciar el festejo. Y, además, el diestro sevillano, que hacía su presentación en Pucela, salió por la puerta grande tras imponerse a sus compañeros de terna. Una terna que se las tuvo que ver ante un encierro de la Casa Matilla con los hierros de Hnos. García Jiménez y Peña de Francia.

El encierro de Matilla estuvo mal presentado. Incluso los corridos en los dos primeros turnos fueron muy protestados de salida. Estos dos animales, además, resultaron de una invalidez extrema y debieron ser devueltos a los corrales, sin embargo, fueron mantenidos en el ruedo por el palco presidencial y dieron al traste con las aspiraciones de sus matadores. Algo más de fuerza, pero poco más, tuvo el resto del encierro. Un conjunto que, aunque justo de raza, resultó manejable, pero a menos.

Como quedó ya reflejado, el triunfador de este festejo fue Pablo Aguado quien salió en hombros por la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de sus oponentes. Aguado recibió el cariño de la afición vallisoletana desde el principio y tuvo que saludar desde el tercio una fuerte ovación justo antes de la salida del primero de su lote. Ya con el toro en el ruedo, un ejemplar con el hierro de Hnos. García Jiménez que manseó en los primeros tercios, pero que resultó noble en la muleta hasta que se apagó, no se pudo estirar, el sevillano, con el capote. Ya con la franela y tras brindar la faena a don Juan Carlos., desplegó temple, gusto y torería en una importante labor en la que dibujó bellas series de derechazos y naturales que llegaron a emocionar a los tendidos del coso pucelano. Tras una eficaz estocada, fue premiado con un trofeo. Con ansia de triunfo y con la puerta grande entreabierta, salió a por todas ante el sexto, manso astado de Peña de Francia que se rajó en mitad de la faena de muleta. Aguado lo recibió con una larga cambiada de rodillas a portagayola. Ya enhiesto, se lució lanceando con el capote, primero en las arrebatadas verónicas del saludo y, después, en un  templado quite por chicuelinas. Brindó al público la faena de muleta en la que mostró firmeza y disposición ante el escaso celo de su oponente lo que le hizo firmar algunos momentos de interés con ambas manos, sobre todo, con la mano diestra. Tardó en hacer efecto la estocada por lo que cayó un aviso lo que obstó, en absoluto, para que el público solicitase con mucha fuerza la oreja que, finalmente, fue concedida por el palco. Así, Aguado se ganaba el derecho a salir en hombros por la puerta grande del coso vallisoletano.
Por su parte, Morante de la Puebla, cortó una oreja del cuarto de la tarde. Ante este toro, noble, aunque flojo ejemplar, Morante salió espoleado por el trofeo obtenido por Aguado en el toro anterior. Así, recibió al de Peña de Francia con una larga de rodillas en el tercio. Ya con la planta erguida, dibujó una verónica a la que siguió un ramillete de arrebatadas chicuelinas que pusieron en pie los tendidos vallisoletanos. Brindó su trasteo muletero al público. Un trasteo inteligente en el que el genio de La Puebla destapó su particular frasquito de las esencias para impregnar el coso pucelano con su singular aroma de torería en series de muletazos por ambos pitones que dibujó en los terrenos de toriles tras cambiar los terrenos al de Matilla. Una obra única en la que hasta los desplantes de final de faena tuvieron sabor. Llegó la hora de la suerte suprema y Morante se atracó de toro por lo que la espada cayó trasera lo que hizo que el burel tardase en echarse, demora por la cual llegó a sonar un recado presidencial. Morante recurrió al descabello y tras un golpe fallido, el toro se echó. Esta tardanza, unida al dantesco espectáculo protagonizado por Sánchez Araujo con la puntilla, enfrió al público pucelano y esta gran obra de Morante solo fue premiada con una oreja. Con el inválido e impresentable astado que abrió plaza, Morante solo pudo dejar algún detalle en la faena de muleta con la mano diestra.

Y el alicantino José María Manzanares también se llevó un trofeo del segundo de su lote. Un ejemplar que lucía el hierro de Hnos. García Jiménez que resultó noble, aunque muy justo de fuerza lo que le hizo llegar a la muleta con un molesto calamocheo. A este burel, lo recibió Manzanares con una larga cambiada de rodillas en el tercio, sin duda, también espoleado por los trofeos obtenidos por sus compañeros de terna. Posteriormente, se gustó lanceando por verónicas a pies juntos y en un airoso galleo por chicuelinas con el que puso al toro en suerte en el tercio de varas. Sin embargo, en la faena de muleta, el alicantino no fue capaz de corregir el anteriormente señalado defecto del astado en una poco ceñida labor que tuvo muchos –demasiados– altibajos en la que, además, fue molestado por el viento. Poco importó esta situación para que también fuese premiado con un apéndice auricular tras una estocada trasera casi entera. Con el impresentable e inválido astado de Peña de Francia que hizo segundo, solo pudo lucir con el capote, además, de dejar algún detalle con la mano zurda en el trasteo muletero.

Entre los de plata, destacar el tercio de banderillas protagonizado por Daniel Duarte, componente de la cuadrilla de José María Manzanares, en el segundo de la tarde por el que tuvo que saludar montera en mano.


S. M. el Rey Emérito don Juan Carlos y la Infanta Elena presenciaron
el festejo en los tendidos de sombra.
Arrebatada chicuelina de Morante el cuarto del festejo.
Destapó su particular frasquito de esencia torera en la faena de muleta.
Lo más destacado de la actuación de José María Manzanares
fue su toreo de capote.
Natural de Pablo Aguado ante el tercero de la tarde.
Salió a por todas ante el sexto al que recibió a portagayola.
Dibujó muletazos de bella factura hasta que se rajó el toro.
Daniel Duarte, de la cuadrilla de José María Manzanares,
saludó tras banderillear al segundo de la tarde.

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