martes, 12 de febrero de 2019

VALDEMORILLO (MADRID). DOMINGO, 10 DE FEBRERO DE 2019. FERIA TAURINA DE SAN BLAS. CORRIDA DE TOROS



TRIUNFO PARA MANUEL ESCRIBANO Y CORNADA PARA PEPE MORAL
CON UN INTERESANTE ENCIERRO DE MIURA

Manuel Escribano se alzó como el triunfador de la corrida de toros que ponía punto final al ciclo valdemorillense de 2019 en honor a San Blas. Un festejo en el que actuó mano a mano con Pepe Moral que resultaría herido ante toros de la mítica vacada sevillana de Miura.

La Feria Taurina de San Blas 2019 de la localidad madrileña de Valdemorillo programó para su broche un cartel de máxima expectación. En él se anunciaba el debut en esta feria madrileña de la mítica ganadería sevillana de Miura que sería estoqueada mano a mano por los diestros Manuel Escribano y Pepe Moral. El mismo cartel de toros y toreros vivido en la Maestranza hispalense el pasado 22 de abril y que, curiosamente, también servía para poner punto final al sevillano ciclo abrileño. Fue tanta la expectación que el público llenó el coso valdemorillense en las tres cuartas partes de su aforo. Y, sin duda, que el público no salió defraudado pues el festejo respondió a la expectación creada.

La de Miura fue una corrida bien presentada y de variado pelaje. Incluso algunos ejemplares fueron ovacionados de salida. Y, en general, aunque con matices, resultó manejable. Sin duda, fue un encierro que no defraudó a nadie. De este conjunto, destacó el ejemplar corrido en quinto lugar que fue ovacionado en el arrastre.

Con este material, el triunfador del festejo fue Manuel Escribano quien saldría por la puerta grande tras cortar una oreja a los toros tercero y quinto. También se le pediría el trofeo en el primero del festejo, pero tuvo que conformarse con saludar una ovación desde el tercio tras no atender el palco la petición. Y otra ovación también escucharía tras la muerte del sexto, astado que tuvo que estoquear por el percance sufrido por su compañero de cartel.

En primer lugar, Escribano sorteó un animal que se dejó, no sin complicaciones, por el pitón izquierdo. Con él, no se pudo gustar en los lances de recibo, aunque sí lo hizo en el quite por chicuelinas. Intervino en banderillas calentando los tendidos con tres vibrantes pares. Y, tras brindar al respetable, anduvo porfión y aguantando mucho hasta que consiguió hilvanar algún natural en un largo trasteo muletero que fue avisado antes de entrar a matar. Al tercero, burel que permitió el lucimiento hasta que se sintió podido y salió huyendo, lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio para, posteriormente, gustarse en unos airosos lances de recibo. También intervino en banderillas en este turno, aunque, ahora, de forma poco brillante. Y con la muleta firmó buenos momentos con ambas manos hasta que se dejó el miura. Una estocada trasera de rápido efecto llevó la primera oreja al esportón de Escribano. Con la puerta grande entreabierta, se fue el torero de Gerena a portagayola a recibir al quinto, el mejor ejemplar del encierro. Tras la larga cambiada de rodillas, volvió a gustarse Escribano en el recibo con el percal. Ya en varas, lució al astado dejando al de Miura en el mismo centro del ruedo para un segundo encuentro con el picador. Y desde allí, se arrancó con prontitud y alegría al jaco. Apretó el de la divisa de Lora del Río en los dos puyazos que tomó provocando la ovación del respetable, ovación que también se extendió al piquero de turno que no era otro que Juan Francisco Peña. El de Miura fue pronto en el segundo tercio donde, ahora sí, se lució Escribano en la vibrante colocación de los rehiletes. Ya con la franela, volvió a gustarse el rubio torero sevillano en pasajes por ambas manos en un trasteo al que el de Miura llegó con nobleza, pero algo parado y casi sin recorrido. Cerró la faena Escribano con un ramillete de manoletinas que precedieron a una estocada caída que no fue óbice para que se le premiase con una oreja y se le abriese de par en par a Escribano la puerta grande del coso de “La Candelaria”. Con la puerta grande asegurada, no volvió la cara Manuel ante el toro que cerró plaza y que tuvo que estoquear por el percance sufrido por Pepe Moral. Fue este un animal incierto y complicado con el que, como queda dicho, Escribano dio la cara: lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio para, posteriormente, andar muy animoso con el capote; también intervino en banderillas consiguiendo, posiblemente, el mejor tercio de toda la tarde; e hizo un enorme esfuerzo con la muleta intentando sacar faena ante un astado de nulas condiciones.

Por su parte, Pepe Moral, prácticamente, quedó inédito debido al percance sufrido en los primeros compases de la lidia del segundo de la tarde, pero dejó patente las ganas y la decisión con las que venía a esta importante cita. Al toro que le hirió, segundo del festejo y primero de su lote, lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio. Ya enhiesto, cuando se disponía a lancearlo con el capote, sobrevino el percance. El sevillano recibió un fuerte pitonazo en su pierna izquierda que, aparentemente –posteriormente, se vería que sí–, no le causó cornada, pero sí una fuerte y ostensible cojera que hacía, prácticamente, inviable que Moral pudiese continuar con la lidia. Tras un pequeño impasse, volvió Pepe Moral a la cara del burel visiblemente mermado de facultades y aun así consiguió lucirse en un quite chicuelinas. Ya con la muleta lo intentó, pero sin llegar a conseguir momento lucido ante un ejemplar que metía bien la cara en los engaños pero que, sin embargo, salía desentendido de ellos. Quizá acusase el fuerte castigo en varas y el desconcierto del tercio de banderillas. Tras la muerte de este toro, pasó Pepe Moral a la enfermería de donde saldría infiltrado y con dos aparatosos vendajes, uno en la pierna izquierda y otro en el brazo derecho, para estoquear al cuarto de la tarde. Pronto se vería que el sevillano no estaba en condiciones de continuar la lidia, pero su pundonor y sus ganas hicieron que llegase hasta el final. Su labor, prácticamente, quedó inédita puesto que el sevillano no podía con sus facultades muy mermadas. Por si esto fuera poco, protagonizó un auténtico esperpento manejando los aceros y a punto estuvo de ver cómo le echaban el toro al corral. Una vez que dio muerte a su oponente, salió Moral al tercio pidiendo disculpas al respetable por el lamentable espectáculo que acababa de protagonizar y, ayudado por los componentes de su cuadrilla, pasó a la enfermería de donde ya no volvería a salir y donde le intervinieron de una cornada interna de 10 cm. por encima de la rodilla izquierda y de una posible lesión de ligamentos del codo derecho. A pesar de todo, siempre habrá que agradecer al sevillano sus ganas, su decisión, su pundonor y su coraje para no volver la cara a tan importante compromiso.

Y así, terminó este interesante festejo en el que los toros de Miura respondieron a las expectativas creadas y en el que quedaron perfectamente plasmadas las dos caras de la moneda en las figuras de los diestros actuantes: la cara en el triunfo Manuel Escribano y la cruz en la cornada en Pepe Moral.



Manuel Escribano se gustó manejando el capote ante el primero
en un quite por chicuelinas.
Un instante del percance sufrido por Pepe Moral.
Aun mermado de facultades, se lució en el quite por chicuelinas.
Terminada la lidia de este toro, Pepe Moral pasó a la enfermería.
Natural de Escribano al tercero.
Su labor fue premiada con una oreja.
Visiblemente mermado de facultades y, prácticamente, incapacitado,
Pepe Moral abandonó la enfermería para estoquear al cuarto.
Tras pasaportar a este ejemplar, Pepe Moral salió al tercio para pedir disculpas
al público y retirarse a la enfermería.
Momento con la mano diestra de Manuel Escribano con el quinto.
Fue premiado con una oreja lo que le hacía acreedor de la puerta grande.
Como en todos los astados que tuvo que lidiar, Escribano participó
en el tercio de banderillas. Ante el sexto, toro que estoqueó por el percance de Pepe Moral,
protagonizó, quizá el mejor de todos los tercios.
Actuó como sobresaliente Salvador Ruano que intervino en quites
ante el último del festejo.
Manuel Escribano saliendo por la puerta grande.

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