martes, 4 de junio de 2019

LAS VENTAS (MADRID). 28, 29 Y 30 DE MAYO DE 2019. FERIA DE SAN ISIDRO - CENTENARIO DEL DEBUT DE LA GANADERÍA DEL MARQUÉS DE ALBASERRADA EN MADRID


LOS ALBASERRADA GANARON LOS DUELOS
  • Emilio de Justo y Román consiguen cortar una oreja. Mientras que Fernando Robleño dio una vuelta al ruedo.
  • Roca Rey perdió un importante triunfo por el mal uso de la espada.
  • Fuerte cornada a Manuel Escribano.

El 29 de mayo de 1919, la ganadería del Marqués de Albaserrada hacía su presentación en Madrid. Así, con motivo de celebración del centenario de aquella efeméride, la empresa Plaza 1, gestora de la plaza de toros de Las Ventas, programó tres corridas de toros en torno a la fecha conmemorativa en las que se lidiarían las tres ganaderías que, en la actualidad, poseen esa procedencia. Estas ganaderías no son otras que las de José Escolar, Victorino Martín, poseedora de los derechos de aquella legendaria vacada, y Adolfo Martín. Además, este miniciclo contaba con el aliciente añadido de ver a uno de los toreros más destacados del actual escalafón, el peruano Roca Rey, anunciado con una de estas ganaderías, concretamente la de Adolfo Martín. Un emparejamiento que salió de aquel tan comentado “bombo” y que ha sido el causante de la ausencia de varias de las actuales figuras en el presente serial isidril.

Este miniciclo despertó gran expectación entre la afición. Sin embargo, esta expectación no se llegó a ver correspondida del todo con el resultado final. Sí respondieron, en mayor o menor medida, a esta expectación las vacadas anunciadas. Sin embargo, los diestros actuantes no estuvieron a la altura. Solo Fernando Robleño que estoqueó la de Escolar; Emilio de Justo, anunciado con la de Victorino; y Román, acartelado en el final del ciclo con la de Adolfo, fueron los únicos diestros que llegaron a pasear el anillo venteño. Y solo De Justo y Román lo hicieron con una oreja. Sin duda, también lo habría podido pasear Roca Rey y con un doble trofeo auricular, sin embargo, su fallo con la espada se llevó tal posibilidad. Gómez del Pilar, Ángel Sánchez, Octavio Chacón y Daniel Luque tuvieron una suerte dispar. Por su parte, Manuel Escribano corrió la peor suerte al resultar corneado de gravedad en el último festejo de este miniciclo.

Los de José Escolar, por encima de la terna en tarde ventosa

Los astados de la ganadería de José Escolar fueron los encargados de abrir este miniciclo. Unos atados que fueron lidiados por la terna compuesta por Fernando Robleño, Gómez del Pilar y Ángel Sánchez.

Los de Escolar, desigualmente presentados, resultaron encastados y, a excepción del complicado primero, ofrecieron buen juego. Sin embargo, el molesto viento presente durante todo el espectáculo, unido a otras cuestiones, hizo que la terna no aprovechase la condición de los de Escolar. Esta señalada inclemencia meteorológica fue la causante de que se cambiasen los terrenos. Así, tanto los recibos capoteros, como las faenas de muleta se desarrollaron, fundamentalmente, al abrigo de los tendidos de sol.

Abrió plaza Fernando Robleño quien pechó con el complicado e incierto astado que hizo primero con el que apenas pudo hacer nada. Con el cuarto, astado con un gran pitón derecho, se mostró muy torero en los lances de recibo, para ya en la muleta, acortar distancias con el burel con lo que ahogó las embestidas de este. Aún así, consiguió pasajes estimables con la mano diestra, fundamentalmente, en las dos últimas series. Se mostró eficaz manejando los aceros lo que provocó que se le pidiese la oreja que, finalmente, no fue concedida por el palco.

Momento de la faena de Fernando Robleño ante el cuarto de la tarde.
El siguiente en actuar fue Gómez del Pilar quien se fue a portagayola a recibir a sus dos oponentes. Estos dos momentos, unidos a su buen manejo capotero sacándose a sus oponentes a los medios y a un quite por ajustadísimas chicuelinas ante el “escolar” que abrió plaza fueron lo más destacado de su actuación. Con la muleta, ante el primero de su lote, ejemplar que se dejó por el pitón derecho y que resultó más incierto por el izquierdo, consiguió algún pasaje estimable sobre la diestra, aunque con precauciones. Mismas precauciones que tomó ante el quinto lo que hizo que nunca estuviese a gusto y que no se pudiese ver al toro.

Gómez del Pilar recibió a portagayola a sus dos oponentes.
Y Ángel Sánchez se llevó el lote de la corrida. Este estuvo compuesto por dos ejemplares de encastada nobleza que desbordaron en todo momento las ganas y la decisión de su lidiador que evidenció estar todavía verde para estos menesteres. Lo más destacado de Sánchez fue el quite por verónicas al segundo de la tarde.

Quite de Ángel Sánchez al segundo de la tarde.
A buen nivel, sin embargo, estuvieron las cuadrillas, fundamentalmente, las de Gómez del Pilar y Ángel Sánchez. De la de Gómez del Pilar destacó lidiando al segundo Iván Aguilera quien, además, tuvo que saludar montera en mano junto a su compañero Pedro Cebadera tras banderillear al quinto, astado que recibió un gran puyazo de José Manuel Sangüesa quien resultaría ovacionado al abandonar el ruedo. Y de la de Ángel Sánchez, destacaron todos sus hombres de a pie: Iván García lidiando al tercero y colocando un gran par ante el que cerró plaza; Raúl Ruiz, banderilleando al tercero; y Fernando Sánchez en sus correspondientes turnos de banderillas; todos tuvieron que saludar montera en mano tras colocar los rehiletes.

Iván Aguilera y Pedro Cebadera saludando.
El picador José Manuel Sangüesa fue ovacionado tras el tercio de varas del quinto.
Así lidió Iván García al tercero de la tarde.
Raúl Ruiz y Fernando Sánchez saludando tras banderillear al tercero.
Emilio de Justo corta una oreja y se encumbra con un gran “victorino”

Para el centenario de la efeméride, se contó con la divisa de Victorino Martín, divisa que posee los derechos de aquella antigua ganadería del Marqués de Albaserrada. Ante ella, actuaría una terna compuesta por Octavio Chacón, Daniel Luque y Emilio de Justo.

La de Victorino fue una corrida desigualmente presentada, con dos ejemplares como los corridos en primer y tercer lugar de escaso trapío. Resultó también encastada esta corrida. De todo el conjunto, destacó el cornúpeta que cerró plaza que, aunque no estuvo sobrado de fuerzas, fue bravo y noble. También tuvo un lunar negro este encierro, el ejemplar que hizo tercero, inválido que debió ser devuelto a los corrales.

El triunfador de este festejo fue Emilio de Justo quien se apuntó a esta corrida desde el primer momento. A De Justo le correspondió en suerte el gran sexto. Con él, se gustó Emilio en las verónicas de recibo, pero más se gustó en las tres medias con las que remató el mismo. Ya con la muleta, brindó al público y, sin probaturas, citó desde los medios con la mano zurda. Fue este el comienzo de una emotiva y emocionante faena en la que De Justo soñó muletazos con ambas manos, sobre todo, con la mano diestra de la que brotaron unos desmayados de escalofrío. ¡Y los pases de pecho…! Es verdad –y todo hay que decirlo– que la faena no tuvo rotundidad y que, por momentos, supo a poco. Pero todo fue más producto del deseo y de las ganas del torero que por su falta de capacidad. Pero lo que no se podrá negar es la emoción soñada en la monumental venteña con las efímeras obras maestras que brotaron de las muñecas de De Justo ante este “Director” que así se llamó el de Victorino. Llegó la hora de la suerte suprema. Emilio se perfiló y, con él, toda la plaza deseosa de la certera estocada. Sin embargo, la espada cayó baja, aún así, se pidió con fuera la oreja que, finalmente, fue concedida por el palco. Pero, poco importan los trofeos, cuando se siente, se vive y se sueña como lo hizo la monumental venteña con “Director” y Emilio de Justo. Se sacó así el extremeño la espinita de su primera actuación en la que no pudo hacer nada ante el inválido tercero.

Media verónica de Emilio de Justo ante el sexto.
Sensacional muletazo con la mano diestra de Emilio de Justo ante el sexto.
Por su parte. Octavio Chacón, sorteó en primer lugar un astado protestado de salida. Resultó encastado y complicado, sobre todo, por el pitón izquierdo por el que no pasó ni una sola vez. Se dejó un poco por el derecho, aunque se orientó pronto. Con este ejemplar, anduvo muy torero bregando en el recibo. Sin embargo, en la muleta, le faltó aplomo y firmeza ante las complicaciones del de Victorino. Con el cuarto, otro encastado ejemplar con mucho que torear, llevó a cabo un largo e insustancial trasteo en el que se echaron en falta firmeza y decisión.

Octavio Chacón saludando de capa al primero.
Y Daniel Luque firmaría una desigual labor ante el tercero de la tarde, animal que tuvo un gran pitón derecho. Solo las dos iniciales series de derechazos de su trasteo muletero tuvieron cierta estimación. Con su segundo, encastado y noble ejemplar, no llegaría a alcanzar lucimiento en un largo trasteo.

Derechazo de Daniel Luque ante el segundo.
Entre los de plata, destacó la labor de la cuadrilla de Emilio de Justo en el tercio de banderillas del astado que cerró plaza. Fue lidiado de forma magistral por Ángel Gómez y banderilleado de igual manera por Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcarce. Los tres tuvieron que saludar tras el referido tercio de banderillas.

Así lidió Ángel Gómez al sexto.
Morenito de Arles banderilleando al sexto.
Tanto Ángel Gómez, como Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcarce tuvieron que saludar.
Oreja para Román, consagración sin espada de Roca Rey y cornada para Manuel Escribano ante encastados “adolfos”

Se cerró el miniciclo con el enfrentamiento entre Roca Rey y los astados de Adolfo Martín. Enfrentamiento, sin duda, de máxima expectación. Tanta, que se llegó a colgar el cartel de “No hay billetes”. Incluso el Rey Emérito don Juan Carlos, quien también estuvo presente el día anterior, y su hija la Infanta doña Elena no quisieron perderse tan señalado espectáculo. Y la expectación se vio correspondida con el resultado final, tanto por el juego ofrecido por los atados, como por lo llevado a cabo por Roca Rey y sus compañeros de terna que no fueron otros que Manuel Escribano y Román. Y eso que la corrida comenzó con fuertes protestas hacia la presencia en el palco presidencial de don Gonzalo J. de Villa, quizá el presidente más polémico de los que ocupan el palco presidencial venteño en la actualidad.

El Rey Emérito y la Infanta Elena estuvieron presentes en la corrida de Adolfo Martín.
Don Juan Carlos también estuvo presente en la corrida de Victorino.
Al iniciar el festejo, se protestó la presencia en el palco presidencial de don Gonzlo J. de Villa,
quizá el presidente más polémico de los que ocupan el palco presidencial venteño en la actualidad.
La corrida de Adolfo Martín, como las anteriores, tuvo una dispar presentación, aunque, posiblemente, fuese la mejor presentada de las tres. Y también resultó encastada. Destacaron los jugados en los tres últimos puestos, ejemplares de alta nota que fueron ovacionados en el arrastre.

Abrió plaza el sevillano Manuel Escribano quien se fue a portagayola a recibir al primero de la tarde, ejemplar de mucha nobleza. Posteriormente, andaría aseado en el saludo capotero. Intervino en banderillas donde llevó a cabo un vibrante tercio que cerró con un par al violín al quiebro. Sin embargo, con la muleta, instrumentó una larga y poco ceñida faena en la que, además, acortó distancias y ahogó la embestida del “adolfo”. Aún así, consiguió una entonada serie inicial sobre la mano diestra. Con su segundo, uno de los grandes toros de este encierro, el sevillano sí se lució meciendo el capote. También intervino en otro vibrante tercio de banderillas que cerró con un arriesgadísimo par al quiebro pegado a las tablas que levantó al público de los asientos, más por lo arriesgado, que lo fue y mucho, que por su ortodoxa ejecución. Ya con la franela, se fue a los medios donde ejecutó dos ajustados pases cambiados por la espalda que precedieron a dos entonadas series por el pitón derecho. Cambió de mano, Escribano, y comenzaron las protestas desde el tendido por la colocación del sevillano. Aquí comenzó a diluirse el trasteo hasta que, en un descuido del sevillano, se produjo la colada del de Adolfo y la fuerte cornada. Momento que aprovechó un sector del público para reprochar con tono acusatorio las protestas de los “puristas intransigentes”. Estuvieron rápidas las asistencias para trasladar al sevillano a la enfermería de donde ya no volvería a salir. Terminó con este ejemplar Román tras lo cual sonó una fuerte ovación en reconocimiento a lo realizado por el diestro sevillano.

Arriesgado par de Manuel Escribano ante el primero.
Momento en el que las asistencias trasladas a Escribano a la enfermería de la plaza
tras ser herido de gravedad por el cuarto de la tarde.
 Por su parte, Román, sorteó en primer lugar un complicado y orientado ejemplar que se colaba por el pitón derecho y se quedaba corto por el izquierdo. Con este material, el valenciano anduvo firme, tanto con capote, con muleta. Se quitó la espina con el quinto, otro de los grandes ejemplares lidiados por Adolfo Martín. Es verdad que no pudo alcanzar lucimiento con el capote, sin embargo, con la muleta instrumentó buenos muletazos con ambas manos que calaron pronto entre los aficionados. Faena de valor, firmeza, decisicón y torería la de Román que fue rubricada con una estocada ligeramente contraria que fue cobrada tirándose a matar con una fe ciega. Se solicitó con fuerza la oreja que, de forma justa, fue concedida por el palco.

Derechazo de Román ante el quinto de la tarde.
Y Roca Rey se limitó cumplir el trámite ante el tercero de la tarde, un astado complicado por el pitón derecho, pero que se dejó por el izquierdo. No se pudo estirar con el capote, aunque se gustó en una airosa media. Y con la muleta, le faltó convicción en una labor en la que abrevió, aunque sin pasar apuros. Con el buen sexto, anduvo fácil con el capote, aunque sin alcanzar lucimiento. Ya con la muleta, inició sin probaturas con la mano diestra un trasteo en el que instrumentó muletazos largos y de mano muy baja con ambas manos con los que se volvió a meter a Madrid en el bolsillo. Es verdad que le faltó algo de ceñimiento y que la pierna de salida quedó algo retrasada, pero no es menos cierto que se lleva a los toros a esa pierna en la que echa todo el peso del cuerpo durante la ejecución de los muletazos que, como quedó reflejado anteriormente, fueron largos, muy largos y de mano muy baja. La obra estaba hecha. Madrid volvía a estar entregada. Quedaba el refrendo de la estocada. Pero… todo se esfumó por el mal uso de la espada. Pinchó muy bajo en un primer intento. Y cobró la estocada en el segundo, aunque, como el pinchazo, esta también quedó baja. Aún así se solicitó con fuerza el trofeo que no llegó a ser concedido por el palco y el premio a la labor del diestro peruano quedó reducido a una fuerte ovación de un Madrid rendido a los pies de este diestro peruano.


Natural de Roca Rey al "adolfo" que cerró plaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario