JUAN
ORTEGA Y SU RAMILLETE Y MEDIO DE NATURALES
El sevillano hizo
crujir la monumental madrileña en la faena de muleta ante el noblote y
desrazado toro de Martín Lorca que hizo tercero con un ramillete y medio de
naturales conseguidos de uno en uno y sin atosigar al descastado animal. Fernando
Robleño y Sebastián Ritter no pudieron pasar de voluntariosos y decididos ante
un encierro imposible de la ganadería de Martín Lorca remendado con un sobrero
de José Luis Osborne.
La
del 15 de agosto, es una fecha marcada en rojo en la temporada taurina de la
monumental plaza de toros de Las Ventas. No obstante, la capital de España
celebra a su patrona oficiosa, la Virgen de la Paloma. Por lo que la cita taurina
es más que obligada. Como viene siendo habitual, para el presente año, se
confeccionó un cartel de toreros que se podrían calificar como modestos, pero
muy del gusto de la afición madrileña. A saber: Fernando Robleño, quien reforzó
su cartel entre la afición madrileña en el anterior San Isidro; Juan Ortega,
quien mantenía el crédito obtenido ante esta cátedra justo un año antes, a
pesar de haber pasado de puntillas por este ruedo en la presente campaña; y el
colombiano Sebastián Ritter, quien volvía a anunciarse en el ruedo venteño tras
el percance sufrido en el último serial isisdril. Una terna interesante que se
las tendría que ver ante un encierro de la ganadería de Martín Lorca.
Sin
embargo, el festejo resultó anodino por el encierro enviado por la divisa
sevillana. Muy mal presentado, grande, con muchos kilos, de vastas y feas
hechuras, desrazado y ayuno de fuerza. El segundo, incluso, fue devuelto por su
extrema invalidez. Fue sustituido por un sobrero de José Luis Osborne que, tras
correrse turno, fue jugado en quinto lugar. No desentonó el sobrero con los de
la divisa titular pues lució unas hechuras y un comportamiento más propio de un
buey.
El segundo ejemplar del deslucido encierro de Martín Lorca fue devuelto a los corrales. |
Con
este material, solo Juan Ortega hizo crujir los tendido venteños con un
ramillete y medio de naturales en la faena de muleta ante el noblote, aunque
descastado y flojo tercero. Fue una faena justa, medida, en la que no atosigó
al de Martín Lorca. Los naturales brotaron de uno en uno. Fueron cuatro o
cinco, quizá seis..., no sé. Uno de ellos excelso, sublime, perfecto… Suficiente
para emocionar a los aficionados que se rompieron las gargantas con ese óle seco, ronco y emocionado que solo se
escucha de cuando en cuando. No duró más el toro. La faena estaba hecha. La
plaza entregada… Pero Ortega falló con los aceros por lo que, tras recibir un
recado presidencial, tuvo que saludar desde el tercio una fuerte ovación. Al
que cerró plaza, animal de similar condición, pero que tendió a defenderse por
la justeza de fuerza, no lo quiso ver y, tras mostrarse desconfiado y
precavido, abrevió.
Natural de Juan Ortega al tercero. |
Abrió
plaza el madrileño Fernando Robleño quien tuvo que saludar una clamorosa
ovación tras romperse el paseíllo. No tuvo opciones el torero de San Fernando
de Henares con el descastado y flojo ejemplar que hizo primero que lució el
hierro de Escribano Martín –también propiedad de Martín Lorca–. El que hizo
cuarto, tuvo bondad y sosería a partes iguales. Con él, Robleño se mostraría
aseado manejando el capote en el recibo que remató en los mismos medios con una
airosa media. Tras ser bien picado por “El Legionario” y banderilleado por César
del Puerto, el diestro madrileño andaría porfión y tesonero en un trasteo
muletero que tuvo pasajes estimables sobre la mano diestra. No estuvo acertado
con los aceros y saludó una ovación desde el tercio.
Media verónica de Fernando Robleño ante el cuarto de la tarde. |
Este ejemplar fue bien picado por "El Legionario"... |
... y banderilleado por César del Puerto. |
Por
su parte, Sebastián Ritter quien brindó su primera faena al doctor Máximo
García Padrós no pasó de voluntarioso ante un lote que ofreció nulas opciones
de lucimiento. Su primer ejemplar lució una extrema invalidez por lo que fue
devuelto a los corrales. Se corrió turno y saltó al ruedo el designado como
quinto que fue un auténtico marmolillo. Y en quinto lugar, saltó al ruedo el
sobrero de José Luis Osborne que, como quedó apuntado anteriormente, lució
hechuras y comportamiento más propio de un buey que de un toro bravo.
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