sábado, 21 de diciembre de 2019

LAS VENTAS (MADRID). JUEVES, 15 DE AGOSTO DE 2019. CORRIDA DE TOROS. FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DE LA PALOMA


JUAN ORTEGA Y SU RAMILLETE Y MEDIO DE NATURALES


El sevillano hizo crujir la monumental madrileña en la faena de muleta ante el noblote y desrazado toro de Martín Lorca que hizo tercero con un ramillete y medio de naturales conseguidos de uno en uno y sin atosigar al descastado animal. Fernando Robleño y Sebastián Ritter no pudieron pasar de voluntariosos y decididos ante un encierro imposible de la ganadería de Martín Lorca remendado con un sobrero de José Luis Osborne.

La del 15 de agosto, es una fecha marcada en rojo en la temporada taurina de la monumental plaza de toros de Las Ventas. No obstante, la capital de España celebra a su patrona oficiosa, la Virgen de la Paloma. Por lo que la cita taurina es más que obligada. Como viene siendo habitual, para el presente año, se confeccionó un cartel de toreros que se podrían calificar como modestos, pero muy del gusto de la afición madrileña. A saber: Fernando Robleño, quien reforzó su cartel entre la afición madrileña en el anterior San Isidro; Juan Ortega, quien mantenía el crédito obtenido ante esta cátedra justo un año antes, a pesar de haber pasado de puntillas por este ruedo en la presente campaña; y el colombiano Sebastián Ritter, quien volvía a anunciarse en el ruedo venteño tras el percance sufrido en el último serial isisdril. Una terna interesante que se las tendría que ver ante un encierro de la ganadería de Martín Lorca.

Sin embargo, el festejo resultó anodino por el encierro enviado por la divisa sevillana. Muy mal presentado, grande, con muchos kilos, de vastas y feas hechuras, desrazado y ayuno de fuerza. El segundo, incluso, fue devuelto por su extrema invalidez. Fue sustituido por un sobrero de José Luis Osborne que, tras correrse turno, fue jugado en quinto lugar. No desentonó el sobrero con los de la divisa titular pues lució unas hechuras y un comportamiento más propio de un buey.

El segundo ejemplar del deslucido encierro de Martín Lorca fue devuelto a los corrales.
Con este material, solo Juan Ortega hizo crujir los tendido venteños con un ramillete y medio de naturales en la faena de muleta ante el noblote, aunque descastado y flojo tercero. Fue una faena justa, medida, en la que no atosigó al de Martín Lorca. Los naturales brotaron de uno en uno. Fueron cuatro o cinco, quizá seis..., no sé. Uno de ellos excelso, sublime, perfecto… Suficiente para emocionar a los aficionados que se rompieron las gargantas con ese óle seco, ronco y emocionado que solo se escucha de cuando en cuando. No duró más el toro. La faena estaba hecha. La plaza entregada… Pero Ortega falló con los aceros por lo que, tras recibir un recado presidencial, tuvo que saludar desde el tercio una fuerte ovación. Al que cerró plaza, animal de similar condición, pero que tendió a defenderse por la justeza de fuerza, no lo quiso ver y, tras mostrarse desconfiado y precavido, abrevió.

Natural de Juan Ortega al tercero.
Abrió plaza el madrileño Fernando Robleño quien tuvo que saludar una clamorosa ovación tras romperse el paseíllo. No tuvo opciones el torero de San Fernando de Henares con el descastado y flojo ejemplar que hizo primero que lució el hierro de Escribano Martín –también propiedad de Martín Lorca–. El que hizo cuarto, tuvo bondad y sosería a partes iguales. Con él, Robleño se mostraría aseado manejando el capote en el recibo que remató en los mismos medios con una airosa media. Tras ser bien picado por “El Legionario” y banderilleado por César del Puerto, el diestro madrileño andaría porfión y tesonero en un trasteo muletero que tuvo pasajes estimables sobre la mano diestra. No estuvo acertado con los aceros y saludó una ovación desde el tercio.

Media verónica de Fernando Robleño ante el cuarto de la tarde.
Este ejemplar fue bien picado por "El Legionario"...
... y banderilleado por César del Puerto.
Por su parte, Sebastián Ritter quien brindó su primera faena al doctor Máximo García Padrós no pasó de voluntarioso ante un lote que ofreció nulas opciones de lucimiento. Su primer ejemplar lució una extrema invalidez por lo que fue devuelto a los corrales. Se corrió turno y saltó al ruedo el designado como quinto que fue un auténtico marmolillo. Y en quinto lugar, saltó al ruedo el sobrero de José Luis Osborne que, como quedó apuntado anteriormente, lució hechuras y comportamiento más propio de un buey que de un toro bravo.

Sebastián Ritter recibiendo de capote al sobrero de José Luis Osborne.


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